En esta serie sobre obesidad hemos visto que el problema es una tendencia mundial y que son muchos los factores trabajando en contra del obeso. Vimos la semana pasada, cómo es fácil "pescar" a las personas ávidas por adelgazar, prometiéndoles la posibilidad de "estar de buenas con la balanza" sin hacer esfuerzo, solamente con dietas, algunas de éstas bien extrañas.
Otro factor que pesa contra todo esto es que las pesquisas muestran que un buen número de personas obtiene suceso en el primer intento de adelgazar, pero cuando es considerado a largo plazo, apenas un número muy pequeño de personas logra mantener el peso ideal para toda la vida. De un a dos tercios son recuperados en el primer año y todo el sobrepeso perdido, en cinco años. En un acompañamiento con 7,3 años de duración, McArdle cita una pesquisa de 121 pacientes controlados, en el que apenas siete mantuvieron los nuevos hábitos de vida y el peso corporal saludable. Claro que todo esto depende también de los estímulos y, sobretodo, de una buena autoestima, para poder estar siempre superando los obstáculos. Si las personas que rodean al individuo en cuestión, de su mismo medio social, no colaboran o no tuvieren por lo menos hábitos parecidos... se puede considerar la batalla perdida!!!
Uno de los argumentos contra las dietas es que se habla de una posible teoría de un punto preestablecido, en el cual el cuerpo tendría la tendencia de mantener un determinado peso, ya sea gordo o delgado, por el resto de la vida. Este mecanismo estaría localizado dentro del hipotálamo, siendo dicho punto diferente en cada persona. Si el sujeto adelgaza más de este supuesto límite, el cuerpo realiza ajustes intentando reponer las gorduras perdidas aumentando el apetito del individuo. Lo mismo sucede con los delgados que por algún motivo intentan engordar con programas de superalimentación y no lo logran.
Si por un lado la teoría explica los hechos, por otro, todavía es prematuro para afirmar esto, lo cual no constituye un argumento para no hacer dieta. Mientras tanto, las restricciones alimenticias por si solas, son incapaces de alterar este mecanismo, aunque según MacArdle esto es posible con medicamentos como la fenfluramina, anfetaminas e inclusive la conocida nicotina, así como los ejercicios físicos. Siendo así existen, a decir verdad, tres formas de adelgazar: con medicamentos, con dietas y con ejercicios. Como ya dijimos, ninguna de las tres es eficiente por sí sola. Nadie va a convertirse en esclavo de por vida de los medicamentos y tampoco de las dietas. Existen casos en que se necesita de los medicamentos como ayuda para dar "el puntapié inicial" al proceso de adelgazamiento. Asociando esto a los ejercicios, poco a poco, podrán ser reducidas las dosis de los medicamentos, hasta eliminarlos totalmente. Nunca está de más recordar que solamente cabe al médico prescribir la medicación y la respectiva dosis, caso a caso.
Otro factor en contra de hacer sólo dieta simplemente, está bien documentado por la ciencia e indica que el cuerpo bajo restricción de calorías, reduce el metabolismo, intentando protegerse gastando menos calorías. Este es otro argumento más para incluir los ejercicios en los programas de adelgazamiento, sin estos las probabilidades de suceso se reducen considerablemente.
La consecuencia más común relacionada con este hecho es el conocido efecto "acordeón" o efecto "yo-yo". El engordar y adelgazar en invierno y en verano, respectivamente. Se sabe a partir de experimentos realizados con animales, que toma dos veces más tiempo para adelgazar el mismo peso en un segundo intento, recuperándose este peso en un tercio de este tiempo.
El efecto "yo-yo" es cruel, siendo cada vez más difícil adelgazar, principalmente si no se asocian ejercicios a la dieta. El organismo, como vimos antes, en la teoría del punto preestablecido, procurando preservar la gordura, se especula que, podría "agredir" a la masa muscular magra, proceso conocido como catabolismo. Así, a cada nueva dieta, el sujeto tendría un porcentaje mayor de gordura y menor de masa magra. En resumen, más gordas con menos músculos. Corroborando aún más esta teoría, cuando se pierde peso los adipositos aumenta su nivel de la enzima lipasa lipoprotéica, la principal responsable por el almacenamiento de grasas.
Hasta hoy, la ciencia todavía no encontró fórmulas para disminuir la cantidad de células de gordura ya adquiridas por el cuerpo. Los regímenes apenas las "deshinchan", estas continúan ahí listas para crecer de nuevo.
Es consenso entre los especialistas que una pérdida de peso saludable no debe exceder más de un kilo por semana. Si la dieta está acompañada de ejercicio físico, la masa muscular adquirida será responsable por la generación del 70 al 75% del gasto de energía total. Sin contar, que las personas con un porcentaje mayor de masa magra, tienen un gasto calórico basal mayor. Es decir, gastan más calorías en estado de reposo.
No se dispone de mayores informaciones y los estudios aún son conflictivos, pero el hecho es que, a partir de las experiencias con animales, enfermedades cardiacas pueden estar asociadas con el "efecto yo-yo". Obesos que nunca hicieron dieta, pueden no tener tantos problemas cardiacos si los comparamos a los adeptos del "engorda y adelgaza". Es decir, el que es obeso y no hace dieta puede tener pocos problemas. Adeptos al "yo-yo" pueden tener más...
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